Carta a mi madre

Querida Madre

Soy tu hija y tú eres mi madre.

Tu y mi padre se casaron muy jóvenes, en la flor de la vida y estaban muy enamorados. Nací, fruto de ese amor. Que bien suena eso en mi corazón …

Tu lucha por la vida comenzó muy temprano, incluso en el momento de mi nacimiento, era una situación crítica, más tu  enfrentaste el peligro de la vida y conseguiste sobrevivir y, desde entonces, has estado a mi lado, incluso con todos los desafíos que te has enfrentado. Has sido y eres una gran mujer, querida madre. La vida te ha desafiado muchas veces y has podido encontrar las soluciones necesarias, a veces cuando nada parecía posible, lo haces posible. ¡Te honro!

Muy agradecida madre, muy agradecida por la vida que me has pasado, por tu ejemplo de fortaleza y por todo lo que me has dado, ha sido mucho. Gracias a ti, siento la prosperidad y he recibido muchas lecciones de vida, las necesarias que necesitaba aprender, madre.
Ahora, desde mi adulto, digo  sí a todo tal como fue y es. Este sí a la vida tal como es y se presenta.

Siento mucho madre, si muchas veces desde la altura de mis expectativas de casi perfección, exigí de ti lo que no era posible madre, siento  mucho si en muchos momentos quería que hubieses sido diferente e incluso me sentí superior, como forma de escape de lo que la vida me proponía vivir.

Por favor, siéntete libre de cualquier demanda o expectativa de mi parte. Te libero. No necesitas ser o hacer nada diferente, todo está bien como fue y como és. Eres la madre perfecta para mí. Gracias madre, por la vida que tú y padre me dieron y también por todo lo que recibí. Fue bastante y llegó. Si llegó! Lo sé, yo soy la pequeña y ustedes son los grandes. Es muy bueno quedarse en este lugar de pequeño ante vuestra grandeza.

Muchas gracias, tu hija Nídia 

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